Teatro

Teatro Altosf: el permanente descubrimiento del alma

La compañía dirigida por Juan Carlos De Petre tiene en repertorio la pieza Algo de todo esto es vivir, que ofrecen como parte de un full day teatral en la montaña. Desde el Centro del Movimiento Creador, su actual sede ubicada en la Colonia Tovar, dictan talleres formativos y mantienen vivo su trabajo de investigación y exploración artística

Vivir es aprender permanentemente. Vivir para estar presente. Para saber estar. Y saber encontrar el lenguaje desde un lugar honesto con uno mismo, con el otro, con el arte. Son estas las premisas que trabaja el grupo Teatro Altosf, que dirige desde hace casi cinco décadas Juan Carlos De Petre.

La compañía se ha dedicado a la exploración artística a partir del teatro desconocido, metodología que se centra en el alma del intérprete más que en la elaboración de personajes. Desde el Centro del Movimiento Creador (CMC), ubicado en la Colonia Tovar, estado Aragua, llevan adelante sus investigaciones, dictan talleres formativos y presentan actualmente Algo de todo esto es vivir.

No es una obra convencional, ninguna lo es. Y los espectadores lo agradecemos. La presenta el equipo creativo conformado por Mildred Maury, Ernesto Suárez, Luz De Petre, Ana Emilia Lyon, Álvaro Ortiz, José Luis Rosales, Livia Peña y Ramón Blanco.

Desde un silencio profundo, galáctico, interrumpido ocasionalmente por un canto, un grito, una frase, estos seres –que no personajes– se adentran en el caos, en la búsqueda, en un constante querer entrar y salir. Soñar, estar dormido. “Quiero despertar, pero no puedo. Peso mucho”, dice con los ojos abiertos uno de ellos.

De nuevo, el silencio. Necesario, anhelante. Un silencio que les permite a estos seres, y a los espectadores, escucharse desde adentro hacia afuera. Hablarse con otra lengua, huir del ruido y sus ruinas. Encontrarse y seguir buscando. Reconocerse en el silencio del otro. Así transcurre la pieza y es al final el amor, la alegría de haber construido desde lo incierto.

Cuando acaba la función, el grupo de actores y su director se sientan frente a la audiencia para intercambiar comentarios sobre lo ocurrido en escena. Es una interacción enriquecedora que permite a unos y a otros indagar en sí mismos a través del teatro.

Juan Carlos De Petre aporta al diálogo: “El arte es crear una experiencia insólita que te transforme desde lo más hondo”. Y la frase se incrusta en la mitad del pecho.

“Del caos puede salir el orden –continúa–. Del silencio, las palabras. Permitir que el espíritu me penetre, que haga conmigo lo que quiera. Dar con el alma. Respirar y soltar. Lo permanente, el corazón, el ritmo. Para vivir tengo que entregar el cuerpo. Y cada uno es responsable en ello”.

Tras las intervenciones, De Petre narra un poco más el proceso de montaje: los intérpretes tienen tres años trabajando en la pieza. Han pasado por una depuración gestual y expresiva en la que van comprendiendo desde el ser entero. Ocurre la lectura de lo que cada uno transmite y cómo el otro responde. Un trabajo arduo, agrega. Por eso la premisa del montaje: “Despojados nos internaremos”.

Un viaje a la montaña

La obra Algo de todo esto es vivir comienza mucho antes de que los actores salan a escena. Forma parte de lo que Teatro Altosf llama full day teatral y que incluye traslado desde Caracas o desde la Colonia Tovar hasta la sede del Centro del Movimiento Creador y luego de regreso, con las respectivas paradas para comer e ir al baño.

El CMC, que el grupo comenzó a diseñar desde comienzos del 2000, está a orillas de los senderos montañosos. Lugar apacible al que solo llega el viento, y el ocasional cántico de algún grupo religioso que ofrece su servicio.

El trabajo de investigación, formación y ensayos lo define Teatro Altosf como “una propuesta de exaltación humana que posibilita la restitución –en el hombre y la mujer– de su real condición innovadora, desarrollando sus facultades sensibles, emotivas, intelectuales, orgánicas y espirituales”.

Para la agrupación, la vida es movimiento y la creación está en constante movimiento. El objetivo es descubrir el movimiento interior de cada participante. “El Centro del Movimiento Creador utiliza la metodología del teatro desconocido aplicada en tres décadas de trabajo dentro de la compañía, cuyas obras han recorrido el mundo obteniendo un reconocimiento internacional como nueva vía expresiva”.

Altosf: la historia teatral de un país

Casi un centenar de creadores ha pasado por las filas de la compañía desde su fundación en 1976. Los dramaturgos, directores y actores argentinos Juan Carlos De Petre y Ana De Petre iniciaron este proyecto en Cumaná, en el oriente del país con la intención de dedicarse a la investigación y exploración creativa, a partir de una metodología que definieron como teatro desconocido.

Su primera obra se tituló El señor y los pobres y la presentaron en la Sala Rajatabla en Caracas. Con ella, además, iniciaron una gira por el país.

Además de su sede original, la compañía trasladó su trabajo a la Colonia Tovar, a principios de los años ochenta, desde donde siguieron dictando talleres formativos. Y en la década siguiente inauguran su laboratorio de investigación en Caracas. Abrieron la que se conoció como Sala Altosf, ubicada en los sótanos de Parque Central, en el antiguo espacio experimental del Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral (Celcit). Pero la crisis país, el cierre de espacios, la eliminación de subsidios a la creación escénica obligaron a diversos grupos a cerrar o a migrar. En el caso de Altosf, sus integrantes decidieron mudarse definitivamente a las montañas de Aragua.

El grupo cuenta con unas 50 piezas teatrales en su repertorio. Todas de creación colectiva, algunas inspiradas en poemas y textos de autores como Julio Garmendia, Jorge Luis Borges y Dante Alighieri; y la mayoría dirigidas por Juan Carlos De Petre.

Además, han recibido una decena de premios dentro y fuera del país, y participado en casi 40 festivales y giras en América, África y Europa.

El resto de la historia la cuenta su director:

—¿Cómo ha sido este viaje?

—Efectivamente, un día tuvimos una sala en Caracas. Ahí comenzó la instalación de la metodología del teatro desconocido y su difusión. Porque aparte de hacer nuestros montajes allí, lo que creamos fue un régimen de enseñanza, de talleres, que tenía cuatro niveles. Así la gente empezó a formar parte de los elencos en las obras que se iban montando. Eso duró por mucho tiempo. Y los miércoles tuvimos también reuniones a las que podía asistir cualquiera y en las que hablábamos de nuestro trabajo y nuestra filosofía, de la manera de comprender el arte y cómo manifestarlo. El arte como un acto de creación insoslayable, personal y único. Porque tiene que ver con el verdadero interior expresivo de cada uno, que no es igual al del otro.

—¿En qué consiste esa enseñanza?

—No son métodos para actuar, esos en los que se establecen ciertas maneras hasta de moverse, de emplear la voz, de interactuar con el otro. No. Esto es un descubrimiento permanente donde la persona va entrando en contacto con esa identidad creadora y empieza a comprender su lenguaje. Pero ese lenguaje te compromete también con tu vida. teatro y vida para nosotros es una cosa que va junta. Lo que veo en la vida tiene que ver con lo que voy a manifestar en mi proceso creador y este, a su vez, tiene que ver con lo que va a ser mi vida. en síntesis: el arte como vía de conocimiento y el conocimiento como vía de creación en el arte. Por ejemplo, si agarro un pincel y hago un trazo sobre un lienzo, me pregunto qué quiere decir eso. Empiezo a darme cuenta de que ese movimiento que he hecho, y que no responde a una idea o forma, sino a algo interior, me está indicando algo. Y así empiezo a comprender algo de mí mismo. A leerme. La persona se está leyendo, porque todo es un problema de lectura. Y eso va formando la identidad creadora.

—¿Cómo fue la salida de la sede de Parque Central?

—Se precipitaron los acontecimientos sociales, vino la debacle. El Teatro Altosf en Caracas ya era imposible. Nadie quería ir a los talleres porque era zona roja. Daba pena. Lo que habíamos trabajado nosotros para crear ese espacio, con planta, cuidando que hubiera luces. Todo el día luchando. E igual se metían y robaban todo, se orinaban. Era la decadencia. Y basta. Entonces dijimos: pero si hemos hecho un espacio de trabajo, un laboratorio, aquí en la Colonia Tovar. Y comenzó la construcción de esto, aunque la idea del Centro del Movimiento Creador había empezado varios años antes.

—¿Qué implicó esa mudanza?

—Eso significó que no teníamos lugar para ensayar. Era precario, muy pequeño. Es más, teníamos el terreno ya, estaba esperando. Pero no habíamos construido porque no había seguridad de nada. Sin embargo, un día nos despertamos, vinimos a ver el lugar y pensamos: esto es bellísimo. ¿Cómo vamos a dejar esto? ¿Cómo nos vamos a ir de aquí si esto es una plenitud? Vamos a hacerlo. Varias personas colaboraron. Y aquí todos sienten un gran amor por esto. Una cosa tan bella, tan real. Entonces, por eso te digo: es el arte y la vida.

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