Teatro

Claudia Salazar: “Clas nace de las ganas de hacer teatro musical por el resto de mi vida”

Diez años han pasado desde el estreno de La novicia rebelde, musical que dio inicio al camino de Clas Producciones, compañía fundada y dirigida por Claudia Salazar y que alcanza su primera década de funcionamiento. La exitosa productora venezolana conversa sobre un proyecto que se convirtió en su vida, para el que es necesario no solo el amor por el arte, sino también formación y un minucioso plan económico que llame inversionistas y al final sea rentable, sobre todo en un país donde aún hace falta construir público para la cultura

Claudia Salazar Gómez

Licenciada en Comunicación Social (UCAB 2008)

Directora de Clas Producciones y La Escuela, Teatro Musical de Caracas.

  •  “Ha sido un trabajo de no parar de hacer”
  • “No creo que tengamos el público que nos merecemos o que queremos. Creo que está creciendo”
  • “Si bien somos soñadores, todo lo que se hace tiene una implicación económica”
  • “Subestimábamos la preparación porque teníamos un talento, pero hemos entendido que no es suficiente”

¿Qué era exactamente lo que buscabas cuando creas Clas Producciones?

Nace de las cenizas de lo que fue La novicia rebelde. Yo la hice con una empresa que había fundado un año antes, aunque siempre digo que es del repertorio de Clas Producciones porque yo la produje. Pero nace para lograr esta independencia mía como productora, tener una empresa consolidada. Y que mi socio fuese alguien de confianza. La producción de La novicia rebelde fue muy dura. El socio que tenía me estafó, fue una situación compleja. Aunque el montaje fue un éxito, hubo cosas complicadas que me llevaron a abrir Clas Producciones desde el sótano de la casa de mi abuela, con mi mamá como socia, en un lugar más seguro a todo nivel, para poder controlar unas producciones tan grandes como estas. Entonces, Clas nace de la necesidad y las ganas de hacer teatro musical por el resto de mi vida.  

Durante los años han salido proyectos que se han podido hacer unos con más facilidad que otros. Pero han sido diez años de sembrar, de los cuales nos queden unos cuanto más probablemente. La cosecha vendrá después, porque estamos aprendiendo a hacer industria en un país que en un momento la tuvo, pero que ya no. Ahorita estamos aprendiendo cómo deberíamos funcionar para que esto sea constante y que si bien las producciones son extraordinarias, porque no suceden todos los días y porque son montajes espectaculares, lo ideal para nosotros es que sea común que esto pase. Que cada vez que estrenemos una obra, ya tengamos otra rueda andando. Es el universo ideal para nosotros, entendiendo que en el camino, y es algo que se ha dado, también se hacen muchas producciones corporativas. Son experiencias, porque creo que cada vez estamos entendiendo más el poder del arte. Somos una herramienta maravillosa para llevar a cabo los eventos.

¿Cómo ha sido ese sembrar a lo largo de estos diez años?

Ha sido un trabajo de no parar de hacer. Lo más difícil es el riesgo económico. Si algo me he conseguido es con el entusiasmo absoluto de todos los que han formado parte de Clas, que desde su trinchera hagan su mejor trabajo. Son proyectos que por sus dimensiones son muy riesgosos económicamente. Teniendo, entonces, la confianza absoluta en el equipo, en lo que cada quien sabe, en el amor por el arte. Es cómo conseguir apoyo, que el público confíe, y ese es un factor que no podemos controlar mucho más allá de hacer la invitación. El riesgo más grande es que no hay garantías de absolutamente nada. Es apostar a esta calidad. Con Los miserables nos dimos cuenta de lo que somos capaces de hacer, con herramientas externas porque llamamos a especialistas que tienen años en esto, sin subestimar nuestras capacidades, pero entendiendo que se puede aprender de ellos. Sabemos que lo podemos hacer y ahora sabemos cómo lo podemos hacer mejor. Mejorar en el aspecto técnico, ya que no tenemos la escuela de hacer, es un factor importante.

¿Qué representan para ti estos 10 primeros años de la productora?

Es mi vida. Representa un orgullo gigantesco. Digo diez años y lo digo fácilmente, pero los he vivido muy intensamente. Creo que podría escribir una serie para Netflix o un buen libro, para quitarle un poco lo romántico y contar lo que no se ve. Esta productora que soy, joven, mujer, exitosa, sí. Pero para mí más bien es un camino que está lleno de muchísimo aprendizaje. Estoy haciendo la biblia de producción de musicales desde mi experiencia, una que no tuve en un comienzo sino que la he ido escribiendo con detalles para que pueda funcionar. Han sido diez años de aprendizaje y con aspiraciones.

¿Cuáles musicales guardas entre tus favoritos o especiales?

Para mí el más importante fue Los miserables, y ahora todavía más. Cuando lo vi por primera vez, hace muchos años, decidí hacer esto, sin saber que estaba tomando la decisión más grande de mi vida. También tengo otros queridos por su contenido y por el momento en que llegué a ellos, como Hilayaha, One y La bella y la bestia, que fue el primero que vi en Londres hace 25 años.

¿Cómo se fue armando Clas Producciones, cómo creció el equipo?

Empezó siendo yo sola, convocando por proyecto al equipo. Tanto el creativo como mi propio equipo cercano. Desde hace dos años y medio tengo un equipo fijo compuesto por cuatro personas que están constantemente en Clas, vienen a la oficina todos los días, trabajamos en preproducciones de todo. Y cuando viene el proyecto se extiende a un equipo de más de seis personas: el grupo creativo, el artístico, el musical, la parte que más me exige de cada proyecto, sea artístico o corporativo. A este último me refiero a proyectos como cuando trabajamos con Farmatodo, hicimos parte del Saca El Pecho Fest. Producimos los eventos de aniversario para las empresas. Es diseñar experiencias con marcas, para poder tener cómo vivir.

¿Cómo nace esa dupla con la directora de orquesta Elisa Vegas?

Elisa es tan amante de los musicales como yo. Cuando la llamé para La novicia rebelde nos asociamos, la química fue inmediata. Somos trabajadoras incansables y tenemos ese punto de encuentro que es el teatro musical. Elisa, además de ser directora de una orquesta, es tremenda gestora cultural. Ella no se ha ocupado de dirigir una orquesta, sino que procura el trabajo de muchos músicos. No es solo ensayar, sino tener oportunidades, abrir puertas y poner en el mapa el trabajo de las orquestas más allá de los conciertos.

¿Cómo sientes que han cambiado las condiciones en Venezuela para hacer musicales desde que comenzaste en este sector?

Lo que ha mejorado es que hemos entendido que tenemos el talento para hacerlo. Y ya el creerlo nos ha abierto los ojos a productores e inversionistas, patrocinantes, al mismo talento para prepararse. Subestimábamos la preparación porque teníamos un talento, pero ahora hemos entendido que no es suficiente, sino que tiene que haber preparación. Lo entendimos y trabajamos mejor para ello.

Fuera del aspecto técnico, ¿qué es clave para producir un musical en este país?

Para mí es un acto de fe. Y lo segundo es evaluar proyectos que tengan coherencia; que, para empezar, tengan algo que decir, que pueda resonar en otros. Porque yo puedo tener toda la pasión del mundo para montar un musical, pero si no consigo al inversionista, al patrocinante, a los artistas que crean en eso, no tengo espectáculo. Hay que tener buen ojo para saber montar algo. Ser muy minuciosos en entender no solamente lo que es desde el punto de vista artístico, sino contar con un buen equipo creativo y entender todas sus implicaciones económicas. Si bien somos soñadores, todo lo que se hace tiene una implicación económica. Por más que lo hagas por amor al arte, todo tiene un precio. Y hay que ser minucioso para calcular eso. Porque en un principio el proyecto empieza por amor, cuando toma intereses y crece, lo ideal es hacer industria. Entonces, se trata de tener muy claro ese panorama muy completo, que es al final la visión de un productor.

¿Crees que en Venezuela hay un público ya ganado a los musicales?

Creo que está creciendo. No creo que tengamos el público que nos merecemos o que queremos. Tenemos que invadir un poco a los más jóvenes, porque muchos no han vivido el teatro como lo vivimos cuando teníamos su edad. Acercar las producciones más a ellos. La manera más inteligente es acercándonos a su idioma. Hoy la publicidad en redes sociales es gigante, pero no toda funciona. Hay que ser muy inteligentes en conocer al público nuevo que hay que llamar. Porque sí hay un público que ya asiste y cree en lo que hacemos, sabe qué es Clas Producciones. Ahora nuestra responsabilidad es que ese público crezca y una gran parte de nuestra sociedad son los jóvenes de 20 a 30 años, que no necesariamente vivieron la mejor etapa del teatro en Venezuela y que ahora saben de su existencia por proyectos como Los miserables. Hay que exponerlos, llamarlos, diseñar campañas diferentes.

¿Qué no volverías a hacer? ¿Y qué repetirías sin pensarlo dos veces?

Lo que no volvería a hacer es alejarme de la producción ejecutiva. Lo hice al principio y tuve problemas económicos, con malos resultados. ¿Qué haría? Delegaría un poco más y tendría más gerencias, más líderes a nivel de mercadeo. Hay varios departamentos de los que me ocupo yo que puede que sean delegables.

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